Gracias a esta deliciosa receta, conseguiremos que unas simples pechugas de pollo se transformen en un impresionante plato digno de cualquier restaurante de postín. Es posible que no pueda considerarse una receta rápida, pero en menos de una hora, con poco esfuerzo disfrutaremos de una comida con la que impresionar a cualquiera. Si estabas preocupado por qué servir en esa cena especial que estás preparando, sin gastar una pequeña fortuna, ésta es la respuesta a tus plegarias.
Para ganarse un espacio en el Olimpo de los cocineros, necesitaremos:
- 2 naranjas.
- 2 cebollas.
- Vino blanco.
- Harina.
- Pimienta.
- Sal.
- Caldo de pollo.
- Pimentón picante.
- Perejil.
- Salsa Perrins.
- Aceite de oliva.
Una vez que disponemos de todos estos ingredientes, comenzaremos por cortar la cebolla en trocitos lo mas pequeños posible. Una vez que hemos terminado esta labor hay que “extirpar” toda la grasa e imperfecciones que tienen todas las pechugas de pollo.
En una olla de tamaño medio ponemos una fina capa de aceite de oliva. Una vez esté caliente pondremos en él la cebolla, removiéndola periódicamente hasta que esté doradita. Retiraremos la cebolla de la olla a un plato hasta el momento de volver a utilizarla.
En una tabla situaremos las pechugas de pollo y extenderemos por la superficie la sal y la pimienta según el gusto de cada uno. Colocaremos en un plato hondo una abundante cantidad de harina y pasaremos por ella las pechugas de pollo hasta cubrirlas completamente.
El próximo paso es muy importante y ha de realizarse según el gusto de cada uno. En la misma olla en la que preparamos las cebollas freiremos las pechugas hasta que adquieran el tono dorado por el exterior que definirá la textura definitiva que el pollo tendrá por fuera. Lo importante no es que se prepare por el interior, sino que el exterior esté al gusto. Una vez que consideremos que están listas, las retiraremos a un plato.
Mientras se va realizando el paso anterior, lo mejor sería ir cortando dos naranjas y exprimiéndolas. Cuando tengamos listo el zumo de naranja, rallaremos las cortezas de una de ellas.
Una vez terminado todo esto, en la olla en la que aun tenemos el aceite que ha sobrado de las frituras de la cebolla y el pollo volveremos a echar la cebolla, y de ser necesario, un poco más de aceite.
Con la cebolla en el fuego de nuevo, verteremos el zumo y las ralladuras de naranja, inmediatamente después, antes de que el aceite se caliente, añadiremos 150 ml de vino blanco. A continuación añadiremos 250 o 300 ml de caldo de pollo, o en su defecto, la misma cantidad de agua y dos cubitos de caldo de pollo.
Ha llegado el momento de añadir los últimos ingredientes. Cogeremos la salsa Perrins y agregaremos media cuchara sopera. ¡Cuidado! Tenemos entre manos una salsa con un sabor bastante fuerte, de modo que hay que andarse con ojo.
Después de todo esto volveremos a poner en la olla las pechugas de pollo, tras lo cual rociaremos una abundante cantidad de perejil sobre éstas. Ahora daré un consejo para mejorar la receta. Aunque es opcional, es altamente recomendable añadir pimentón picante al gusto, pero nunca en exceso. Conviene recordar que la finalidad de añadir un toque de picante es dar un contrapunto al sabor del zumo y la ralladura.
La parte complicada de esta receta ya ha tocado a su fin. Únicamente nos queda dejar que se cueza todo en la olla durante aproximadamente 30 minutos, hasta que se evapore el liquido y la salsa tome el cuerpo adecuado. En este proceso, una vez que la mezcla comienza a hervir, conviene bajar el fuego para que se prepare lentamente, cocinando el pollo por dentro. Para finalizar, un último consejo, lo mejor será que removamos todo periódicamente para que todas las pechugas pasen el tiempo adecuado bajo la salsa.